VIERNES 12-Sevilla/Monesterio
Llego a Sevilla a las 8:30 después de haber dormido poco, el tren se mueve mucho y para los de sueño ligero como yo cualquier ruido es un incordio y en el tren los tienes de todo tipo. Ahora entiendo lo de los tapones que había en el cuarto de baño del compartimento. Al final me abrazo a la bici y nos dormimos los dos un rato.
En la puerta de la estación me pongo a montar la bici bajo las miradas de la gente que te ve como un bicho raro con todo desparramado por el suelo y una bici a trozos que va cogiendo forma, finalmente todo en regla y arrancamos con más pena que gloria, me doy cuenta de que no he probado la bici cargada con peso y casi me voy al suelo nada más subirme, donde está aquello de probar las cosas primero, yo como siempre de cabeza a la piscina.
Pregunto por la catedral y me indican una dirección a seguir, que vaya mirando y cuando vea el campanario que allí está, como las clases de historia del colegio quedan lejos confundo la Giralda con la catedral, le digo a un sevillano si es la catedral y su cara es un poema, je je.
Llego a la catedral y me meto dentro montado en la bici (yo y la iglesia no nos llevamos muy bien) y un señor cura "muy amable" me dice que pa fuera con la bici, que modales... le pregunto por la credencial del peregrino y me dice que a partir de las 12 del medio día, esto eran las 9:30 y digo que carretera y manta, ya la conseguiré en otro lado, Sevilla está muy bien pero tenía un poco de prisa en salir para que no me pillara el calor que se preveía, vueltas y vueltas, me pierdo, me vuelvo a perder y a las 11 parece que salgo de Híspalis, buff!!!
Encontrar la ruta marcada saliendo de Sevilla fue imposible así que a improvisar. Finalmente encontramos ruta y vamos siguiendo las pocas marcas amarillas que se ven, el GPS ayuda bastante, creo que rondan los 35 grados y el sol quema, la idea es salir de la provincia de Sevilla y llegar a dormir a Monesterio, pueblo de Cáceres a unos 115 km.
Primeros problemas, la bici cargada no sube al mismo ritmo que vacía pero yo me empeño en que si y sigo a un ritmo nada aconsejable, a 10 km de llegar a Monesterio con unas cuestas de la leche y un calor axfisiante me tengo que parar con las dos piernas enrampadas, me tiro a suelo por que se me han quedado las piernas flexionadas y no las puedo estirar y a esperar que aflojen las contracturas, vaya últimos 10 km, hago más de la mitad empujando la bici porque no me puedo ni subir en ella, para postre me quedo sin agua.
Como toma de contacto no está mal, creo que me bajaré los humos a mi mismo y usaremos más la cabeza que la fuerza bruta que yo de bruto tengo un rato...
Monesterio/Aljucén
Después de dormir en un hostal habiendo cenado más bien mal, desayuno en un bar en el que me encuentro a uno de Vitoria que también sigue la ruta, charlamos un rato y me explica que se ha tomado un año "sabático" ¿como? y que tiene todo el tiempo del mundo para acabarla, la verdad es que va cargado como para hacerla en un mes, cuando le cuento que yo tengo una semanita me mira como diciendo "y el Indurain este" nos despedimos después del desayuno y me dice que tire que yo estoy fuerte (si le cuento lo de las rampas en las piernas de ayer...).
Llego a Mérida y al fin consigo la credencial del peregrino, tiro para arriba para parar a unos 20 km en un pueblecito llamado Aljucén, quizás la mejor parada del viaje, duermo en una casa rural previo baño en unas termas que tienen en una casa del pueblo, la han ambientado como romana y la verdad es que se lo han currado mucho, dos horas en remojo y un regalo para mis piernas después de casi 150 km.
Aljucén/Oliva de Plasencia (para olvidar)
Salgo con buen talante de Aljucén, se acaba pronto la alegría en 15 min empieza a llover, al poco para y van cayendo las millas por la antigua calzada romana (no se qué sandalias llevarían los romanos porque las piedras son del quince...).
Al pasar Plasencia tenemos el primer tropiezo serio, subo empujando un talud porque me he vuelto a perder y voy campo a través, cuando estoy arriba me voy a montar en la burra, se me engancha un pie en el pedal y acabamos la bici y yo rodando cuesta abajo por el talud, yo me llevo unas rascadas y moratones pero la bici acaba con la maneta de freno rota y la rueda delantera hecha un ocho, lo mejor es que no me ha visto nadie porque la caida es de las de videos de primera, jeje. Sigo viaje más mal que bien y aparecen nubarrones negros a lo lejos, yo voy en esa dirección.
Empieza a llover otra vez y caen rayos de mil demonios, me desvío de la ruta y busco alojamiento en el pueblo más cercano, Oliva de Plasencia, busco sitio y encuentro un albergue con mala pinta pero no estaba el tema para dar muchas vueltas buscando. Tengo el albergue para mi solito, descargo la bici, arreglo rueda y maneta como puedo y me voy a ver si me dan algo de cenar, hay dos bares en el pueblo y en el primero tal y como entro me dicen que si vengo a cenar que me olvide que no tienen nada, ni buenas tardes me dijo la tia siesa. Me voy al otro y dicen que me espere a que venga la jefa, espero una hora con hambre canina y cuando aparece me dice que no tiene pan y ¿qué me va a hacer de cenar? Le digo que lo que sea sin pan, casi le suplico, me mira de reojo y me ofrece media tortilla de patatas del medio día (yo creo que de ayer) ceno la peazo tortilla más seca que la mojama y me voy a dormir.
Cuando vuelvo al albergue, que sigue solo, investigo un poco la casa y parece la de la película del horfanato, tiene una planta arriba abandonada con más telarañas que la casa de Spiderman, literas y muebles desvencijados, fotos de gente que creo por lo antiguas ya andan criando malvas.
Por la noche me despierto varias veces debido a ruidos raros, crujidos, etc. parece que aparte de mí y los bichos que rondan a sus anchas hay más habitantes... a las tres de la madrugada me despierto de un salto por algo raro ¿? casi me levanto y me voy, joer que película de miedo, parezco un poseso sentado en la litera con los ojos abiertos como platos y mirando para todos lados, ¿de verdad estoy solo en el albergue? Mira que yo no creo en brujas pero...
El sueño puede más que los ruidos varios y me duermo (previo acuerdo con los fantasmas de la casa, jeje)
Oliva de Plasencia/Fuenterroble de Salvatierra
Después de Monster's house, el día amanece tranquilo y a dar pedales otra vez, la intención es llegar a Salamanca pero el día se vuelve a torcer, me pierdo varias veces, los caminos no están, creo que los terratenientes de las inmensas dehesas les han pasado el tractor por encima. El gps me dice que tire por donde solo hay cultivos y ganado pastando... salgo a la carretera para buscar la ruta más adelante y acabo en una autovía, que malamente, anda que si me pilla la guardia civil, igual me multa por exceso de velocidad...
Finalmente acabo el día en Fuenterroble, al llegar al pueblo me encuentro con un caminante (el primero) y charlamos un rato, me explica que es de Pamplona y que va a dormir al albergue, donde acabo yo también. Lleva todo el día sin hablar como yo y no veas, no para de charlar la criatura, me cuenta su vida en fascículos. En el albergue (con las ventanas rotas) la noche me la paso con unos tiritones de frío que no veas...
Fuenterrroble/Zamora/Puebla de Sanabria
Salgo aún de noche del albergue y la temperatura no se por donde andará pero hace frio de coj..., busco marcas amarillas y voy haciendo km. No sé qué pasa pero me pesan las piernas y cada pedalada se hace un martirio, estoy sin fuerzas, supongo que haber pasado frio por la noche y no haber desayunado ni un triste café tienen mucho que ver...
El paisaje es solitario de verdad, es el día en que me hago preguntas de ¿Qué coño hago yo aquí? y alguna más, una vocecita me dice vete para tu casa, aquí no se te ha perdido nada. Es el día que casi abandono y dejo el viaje.
Durante 30 km no encuentro ningún pueblo y tengo la primera anécdota con la fauna del viaje, en medio del camino hay un toro supongo que bravo, desde luego es muy grande, muy negro y con cuernos tremendos, a 50 m me paro y espero a ver qué pasa, el bicho me mira y parece que dice que si quiero me aparte yo, lo peor es que me pilla en bajada y solo de pensar en salir corriendo cuesta arriba cargado como voy y lo flojo que estoy, me entran los males de la muerte, el árbol más grande es un matorral de un metro de altura, creo que no me vale para subirme si me ataca el bicho.
Total que como dicen: valor y al toro, me voy acercando poco a poco y al final se aparta se queda al lado del camino y paso por su lado como Valentino Rossi en su moto a 200 km por hora mirando hacia atrás y pensando donde me va a clavar el cuerno (en el culo no por dios) ya no me duelen las piernas, je je.
Llego a Salamanca y seguimos hasta Zamora sin nada que destacar, salvo un hartón de bici de padre y señor mío. Al entrar en Zamora me paro en el primer hotel que veo, ¡vaya si es de cinco estrellas! pues me doy el capricho (peregrino pijo que es uno). La bañera de de 2 por 2, llenita de agua caliente me deja nuevo. Paseo por Zamora, sello en la credencial, tapitas para cenar y a las diez a la cama por qué no me aguanto ni un minuto más de pie.
Día siguiente. Salimos yo y la burra cargadita y aun es de noche, pilas recargadas y delante una etapa maratón de 160 km, estoy de fuerte como el toro del camino (lo que hace un baño caliente y una buena cama...) en esta etapa mucha carretera y los km van cayendo, sobre las 6 de la tarde llego a Puebla de Sanabria y tengo las piernas hechas fosfatina pero el pueblo es una pasada, digno de visitar, busco alojamiento en un hostal, ducha y a dar una vuelta. No me pierdo visitar un castillo que está muy conservado y me parece que hago más fotos del castillo que de todo el viaje.
Puebla de Sanabria/Verín
La cena en el Hostal y el desayuno con mil hojas de crema me cargan baterías a tope, la sopa sanabresa de la cena es de lo mejor que como durante todo el viaje. Salgo a la calle y de nuevo el frío me da una hostia que me tira para tras, me dice un buen hombre que esta noche pasada ha helado, como echo de menos mi culotte largo de invierno y la chaqueta de Gore-tex.
Otra etapa sin pena ni gloria, salvo los tres puertos de montaña que me machacan a fondo pero como ya tengo Galicia al alcance las fuerzas crecen. En Verín vuelvo a buscar alojamiento y acabo en un hostalucho que da un poco de asco pero una cama es una cama. Rutina diaria, lavar la ropa buscar vituallas y cena, a dormir pronto y madrugar mucho. Ya estoy en Galicia y le veo la nariz a Santiago.
Verín/Lalín (tirirín tín tín)
Amanece lloviendo y empiezo a maldecir todo lo que se me ocurre, al entrar en los caminos la cosa se complica y no ando nada, el fango y zonas de piedra que resbalan como el hielo no me permiten avanzar, como echo de menos mi KTM doble suspensión que sube y tracciona como una oruga.
Busco la carretera e intento seguir lo más cerca posible de la ruta, la lluvia aprieta y a las 5 de la tarde llego a Lalín, me quedan 40 km para Santiago y me entran ganas de seguir y acabar de una vez, lo pienso mejor y me digo: mañana cambiará el tiempo y me doy un paseíto tranquilamente hasta Santiago. El pueblo está en fiestas y el hostal en que duermo cerca de la plaza mayor, la noche no es muy plácida.
SABADO 19- Lalín/Santiago de Compostela
A la 9 de la mañana me subo a la bici y el tiempo no ha mejorado, todo lo contrario llueve a rabiar, los caminos están peor pero me encabezono y sigo la ruta fielmente, tengo agua hasta en los huesos (si le cambio la "s" por la "v" a huesos, también vale), al entrar en Santiago la alegría parece que me seque y llego a la Plaza del Obradoiro, hay más gente que en una manifestación. Pregunto donde conseguir el diploma de fin de viaje y me dicen que hasta las 4 de la tarde, son las 12:30, me hago una foto y me cabreo por lo del horario (no entro ni a la catedral), me subo a la bici mosqueado y me voy hasta el aeropuerto a intentar que me adelanten el vuelo de vuelta que tenía el domingo por la noche, busco la oficina de Vueling y está cerrada, me giro y veo rent a car, alquilo un coche y cargo la bici y los trastos y arreando para Barcelona (60 euros del avión al carajo). Me chupo 1150 km del tirón y llego a casa a las 2 de la madrugada (creo que me han hecho alguna fotillo por ir rapidillo, va a salir caro el viajecito).
Digamos que el fin de fiesta no ha sido muy alegre pero a veces me dan esos ramalazos, me mosqueo con el mundo. Lo que importa es que estoy en casa y el domingo lo tengo para descansar.
PILDORAS DE UNA CALZADA ROMANA (con Santiago al final)
He hecho 1100 km de bici (100 de regalo por perderme, encontrarme y buscar alternativas), aunque parezca mentira no me he hartado de ella, todo ha sido prácticamente perfecto, un pinchazo, una caída con pocas consecuencias, averías mínimas y el culo como un mandril por las escoceduras, los últimos días iba más de pie que sentado, he gastado un bote de cremita para mi solito.
He tenido tiempo para pensar, muuuucho tiempo, he arreglado todo el mobiliario de mi cabeza que andaba un poco desordenado. Me he preguntado cosas, me he respondido otras, he hablado solo, he cantado canciones a grito pelado (nadie me escuchaba), he dormido mal y bien, en general he comido bastante mal, ya de por si soy de mal comer.
No he confraternizado con nadie, eso era de esperar, ya dije que soy un poco antisocial. He disfrutado de paisajes de los que tengo más imágenes en la retina que en fotos, sacaba la cámara cuando me acordaba y no eran muchas veces. Ya pondré alguna foto.
He aprendido a escucharme a mí mismo, sobre todo a mi cuerpo. Soy de los que entrenan con bicis de carbono, titanio y la última tecnología del mercado, pulsómetros, Gps, controles de cadencia, promedios, software de seguimiento que te dice que ritmo es el bueno, períodos de descanso, etc..
En este viaje por no llevar, no llevaba reloj, ni velocímetro ni na de na, los primeros días iba bastante incómodo, miraba el manillar de la bici y me faltaban aparatitos y pantallas, ¿y ahora qué? Anda si hay un paisaje que contemplar y animalitos y amaneceres y puestas de sol, que cosas...
Solo llevé el móvil y el Gps para los apuros, los km los he podido comprobar por el Gps. Realmente ¿necesito tantas cosas? Pues está claro que no, pero me gusta el mundillo ciclista y sé que seguiré gastando dinero en cosas superfluas, tampoco tengo muchos más vicios...
Un viaje muy duro físicamente hablando pero muy bueno mentalmente, necesitaba tiempo para pensar y a la vez he practicado, y mucho, el deporte que más me gusta. La ruta en sí es lo de menos, lo importante ha sido el por qué de la misma y el resultado de ese por qué.
Un apunte para mi familia que se preocupaba mucho por mí durante este viaje en solitario, los entiendo y en su lugar me pasaría lo mismo. En la vida hay cosas que se han de hacer si te lo permiten las circunstacias y no siempre son las más seguras o recomendables, yo no soy precisamente de los que se queden esperando a ver llover, mi inquietud me lleva hacia la "tormenta" cuando lo mejor es dar la vuelta, yo quiero saber que hay dentro de la "tormenta" pero siempre respetando que me puede caer un rayo y si puedo minimizaré los riesgos, está claro que me mojaré seguro. Ellos me conocen y saben que soy así.
Reto conseguido, a por otro...
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